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lunes, 4 de agosto de 2008

¿Resucitó Jesús?


Sinopsis: La Biblia no deja ninguna duda al respecto: Jesús resucitó. No quedó en coma ni nada parecido. Murió y resucitó de entre los muertos. Siempre han existido quienes han pretendido poner en duda esta verdad, y los débiles de fe tienden -en un acto de irresponsabilidad- a concederles credibilidad fácilmente.

Cuando se pone en duda que Jesús resucitó no es cualquier cosa la materia del ataque. Lo dice Pablo:
"Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido, como tampoco la fe de ustedes." (1 Co 15, 14)
Quien pone en duda que Jesús resucitó está diciendo que el cristianismo es vano. Los ataques más sofisticados son aquellos que incluso sostienen que la Biblia no dice que la resurrección ocurrió. Se dice, por ejemplo, que el original del evangelio de San Marcos -el cual sería una de las fuentes de los evangelios de Mateo y Lucas- no habría contenido la referencia a la resurrección, sino que el relato sería un añadido posterior. Aunque esto tiene respuesta, el argumento busca aprovecharse de la ignorancia de quien lo escucha, porque igual el testimonio de la resurrección está en un escrito bíblico mucho más antiguo que el evangelio de Marcos: la primera carta de San Pablo a los Corintios, escrita por el apóstol alrededor de veinte años después de la muerte de Jesús. Se lee allí:
"En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado; que resucitó al tercer día, también según las Escrituras" (1 Co 15, 3-4)
Y hay otro testimonio más antiguo, también de Pablo, en el libro más antiguo del Nuevo Testamento, la primera carta a los Tesalonicenses:
"Todos hablan del éxito que tuvimos entre ustedes y de cómo se pasaron de los ídolos a Dios. Pues empezaron a servir al Dios vivo y verdadero, esperando que venga del cielo el que nos libera del juicio que se acerca: éste es Jesús, su Hijo, al que resucitó de entre los muertos. " (1 Tes 1, 9-10)
Pero por supuesto la Escritura recoge un hecho, no lo inventa. La tradición desde el principio hablo de la resurrección de Jesús, no es Marcos (o su fuente) quien introduce el hecho en la historia. Si hay algo que la temprana tradición cristiana conoció, fueron los relatos sobre la Pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Los malintencionados también sostienen que Nicodemo llevó mirra con áloe a Jesús, una mezcla que tendría fines medicinales, es decir, que Nicodemo fue a curarlo, y no a embalsamarlo. El texto donde dice eso es el siguiente:
"También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos." (Jn 19, 39-40)
Para empezar, el áloe tenía muchos usos, incluso servía para producir acíbar, un purgante amargo, así que de milagro los malintencionados no dicen que Nicodemo fue a purgar a Jesús. La mirra también servía para muchas cosas. Pero hay un detalle que debe ser explicado primero. ¿Por qué lleva tanta mirra y áloe Nicodemo? El evangelio habla de la pasmosa cantidad de CIEN LIBRAS. Eso es una cantidad exagerada sea cual sea su propósito.
Las primeras pistas para entender la aparente exageración reposan en el Antiguo Testamento. Para empezar, con mirra se fabricaba un unguento para santificar el área donde estaba el Arca de la Alianza:
"Yavé dijo a Moisés: “Toma aromas escogidos: de mirra pura, quinientos siclos; de cinamomo, doscientos cincuenta; de caña aromática, doscientos cincuenta; de canela, quinientos, en siclos del santuario, y un sextario de aceite de oliva. Prepararás con ello el óleo para la unción sagrada, perfume aromático como lo prepara el perfumista. Con él ungirás la Tienda de las Citas y el Arca del Testimonio, la mesa con todos sus vasos, el candelabro con todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar de los holocaustos con todos sus utensilios y la pila con su base. Así los consagrarás y serán cosas muy santas." (Ex 30, 22-29)
Pero la verdad es que la mirra con aloe representa el amor. "Mi amado es para mí bolsita de mirra cuando reposa entre mis pechos" dice por ejemplo el Cantar de los Cantares (Cnt 1, 12). Y más adelante en el mismo Cantar de los Cantares, se muestra que el propósito de la mezcla es perfumar, tal como ocurre en Juan en el pasaje que venimos comentando ("...Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas..."):
"Un jardín cercado es mi hermana, mi novia, huerto cerrado y manantial bien guardado. Tu tierra regada da un jardín de granadas con abundancia de frutos exquisitos y de hierbas aromáticas. nardo y azafrán, clavo de olor y canela, con todos los árboles de incienso, mirra y áloe con los mejores perfumes." (Cnt 4, 12-14)
Aquí se está hablando del amor de Dios por la iglesia que al fin lo ama en espíritu y verdad. Este uso de la mirra y el áloe, como imagen, también es usado por el Salmista:
"Amas lo justo y odias lo que es malo; por eso Dios, tu Dios, te dio a ti solo una unción con perfumes de alegría como no se la dio a tus compañeros. Mirra y áloe impregnan tus vestidos, el son del arpa alegra tu casa de marfil." (Sal 45, 8)
¿Qué fue lo que entregaron los magos como presentes? Uno de ellos era la mirra.
"Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra." (Mt 2, 11)
La mezcla de mirra y áloe es signo del amor porque es el olor de quien quiere seguir a Dios. ¿Porqué cien libras? ¿Por qué tanto? Juan no coloca cifras al azar, porque sí. Recordemos por ejemplo los 153 peces de que habla en Jn 21, 11, resulta que esa era el número de clases de peces que por entonces se creía que existían, de modo que la red representa TODOS los peces de la tierra, es decir, todas las naciones de la tierra, pues Jesús ordenó a sus apóstoles que fuera pescadores de hombres en todas las naciones (lee Mt 28, 16-20, aunque el sentido es claro en Juan).
Ahora sí. Expliquemos lo de las cien libras de mirra y áloe, aunque ya es fácil ver que es un mensaje sobre el amor a Jesús.
Se trata en realidad de un contraste intencional con otro pasaje del evangelio de San Juan. Cuando Jesús es capturado, Juan dice que una cohorte romana fue a buscarlo , lo cual es absurdo (la cohorte estaba compuesta de seiscientos hombres, o sea la décima parte de una legión). La cita está en Jn 18, 3, algunas Biblias -para no confundir al lector que usualmente no sabe qué es una cohorte- no traducen "cohorte" sino que hablan de soldados romanos sin determinar la cantidad. Que una cohorte fuera a capturar a Jesús no habría sido un procedimento común, sino una verdadera expedición militar, cosa fuera de tono tratándose de un hombre solo y desarmado. A menos que se entienda lo que representa: el odio de sus enemigos. El odio contra Jesús era terrible, así que la cohorte es un símbolo de lo inmenso que era tal odio.
Siguiendo un estilo típico de la literatura judía, Juan hace paralelos dentro del texto (lo que técnicamente se llama quiasmo). Aquí, el quiasmo permite identificar que el símbolo de las cien libras de mirra y áloe de Nicodemo (el amor) es contraste con el símbolo de la cohorte que va a buscar a Jesús (el odio). Entonces, al tremendo odio de los enemigos de Jesús, se opone el inmenso amor de quienes lo siguen fielmente.
Así las cosas, es inútil buscar en la propia Biblia la prueba de que Jesús no resucitó, porque lo que está es exactamente lo contrario.Claro que resucitó, y está triunfante. Digamos con los apóstoles:
"Es un hecho que Dios resucitó a Jesús; de esto todos nosotros somos testigos." (Hch 1, 32)
Por último, la medicina ha señalado que Jesús murió fisícamente, conforme la información proporcionada en los Evangelios.

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